lunes, 14 de enero de 2013
creacion(ecuador
La etnia indígena Kichwa de los Otavalos, famosos por su habilidad textil y comercial, están ubicados en la localidad del mismo nombre, situada a una hora y media al norte de Quito, Ecuador, a los pies del volcán Imbabura.
Estos mitos llamados Ñawpa Rimay fueron narrados por varios ancianos de esta comunidad, Luciano Cachiguango, José Antonio Cachiguango (alias “Katsa”), y Nicolás Tamayo. Fueron tomados de la página Aborigen Argentino:
Dicen que en Ñawpa-Pacha (Tiempo adelante) todo era vacío, no había nada. Solamente Atsil-Yaya (Gran Espíritu Vital Universal Masculino) vivía junto a Sami-Mama (Gran Espíritu Vital Universal Femenino). No había nadie más que ellos. Hasta entonces todavía no había el día.
Atsil-Yaya pidió a Sami-Mama acostarse con ella. Se unieron como marido y mujer y Sami-Mama quedó embarazada. Así nacieron los Aya (espíritus vitales), los Duendes (seres pequeños dueños del oro, la plata y otros minerales que viven dentro de la tierra) y Pacha-Mama (Madre tiempo, madre mundo, madre naturaleza, madre universal).
Cuando Pacha-Mama nacía, Atsil-Yaya sopló e hizo sonar su churu (caracol gigante) y empezó a amanecer. Pacha-Mama creció, se convirtió en una mujer y su vientre empezó a crecer porque ella nació embarazada. Cuando llegó el momento de nacer, de su vientre salió el agua y en medio del cielo lleno de rayos y truenos nacieron el sol, la luna, las estrellas, las piedras, la tierra, el fuego, los cerros, el huracán, las plantas, los animales, el arco iris, el viento, el hombre, la mujer y todo lo que existe. Todo lo que Pacha-Mama había parido estaba vivo.
Todo estaba al revés, todos los seres pensaban y hablaban igual que nosotros, las personas. Al ver que todo estaba al revés, Atsil-Yaya, Sami-Mama y Pacha-Mama, poco a poco fueron enmudeciendo a todos hasta que al final quedamos con todas estas facultades, nosotros los runas, mientras que los demás seres siguen pensando y hablando en formas diferentes de los nuestros… Así cuentan.
Cuando nació Inti-Yaya (Padre sol), el ser brillante que alumbraba la tierra, algunos Aya, que eran grandes y fuertes, y que eran acostumbrados a vivir solamente en la oscuridad, se enojaron mucho y trataron de matarlo porque su brillo les molestaba, pero Inti-Yaya era más hábil que ellos y siempre terminaba derrotándolos. Dicen que en el Urtimal-Pacha, vivían los Inka-Yaya que eran muy altos, fuertes y no conocían la muerte. Si por alguna causa morían en tres o cuatro días volvían a vivir de nuevo.
Así mismo lo que se sembraba se cosechaba en tres o cuatro días. En esos tiempos no había wañuy (la muerte) y por esta causa se llenó la tierra de mucha gente; tanto así que en esos tiempos no había donde vivir, ni donde sembrar, por lo que la gente hasta sembró en las laderas más altas de los cerros, cuyas huellas aún permanecen hasta hoy.
La gente de esos tiempos (los inka-runa) tenía dientes de marfil y por eso podía comer hasta las cosas más duras como la carne con todos los huesos. Por falta de espacio para sembrar, buscaron piedras grandes y planas, pusieron tierra encima y como la tierra era muy fértil, hacían madurar fácilmente los granos.
Vivía mucha gente en estas tierras que también las malas costumbres crecieron. Se olvidaron de apreciar la vida, de valorar la palabra dada, de respetar a la Pacha-Mama, de ser solidarios con la comunidad, de cuidar la vida… Ante esto, Atsil-Yaya conversó con Sami-Mama y Pacha-Mama para normalizar el mundo.
Oscurecieron el brillo de Inti-Yaya y pidieron a Puyu-Mama (madre nube) que haga llover para que esta gente muera ahogada. Llovió incansablemente por mucho tiempo y el agua inundó hasta a los cerros, pero la gente siguió flotando aferrados a los troncos de los árboles sin morirse. Nuevamente Atsil-Yaya y Sami-Mama, pidieron a Inti-Yaya que envíe fuego a la tierra.
Luego de llover agua llovió fuego, y esta vez la gente y todo lo que existe murió en medio de las aguas hirvientes. Dicen que en el final del mundo nuevamente ha de llover agua y fuego como llovió en aquella ocasión.Subiendo a la cima del cerro Imbabura lograron salvarse una pareja con su perro.
Cuando terminó la lluvia de agua y de fuego, la pareja pidió ayuda a Atsil-Yaya y Sami-Mama porque tenían hambre, pero no fueron escuchados. Entonces la pareja decidió comerse al perro, y el animal dándose cuenta de su suerte, porque pensaba y hablaba igual que nosotros, aulló lastimeramente mirando al Hawa-Pacha (cielo). Al oír esto Atsil-Yaya y Sami-Mama se compadecieron del perro y la pareja e hicieron caer una mazorca de maíz sobre la Allpa-Mama (madre tierra). AI ver esto, la pareja cogió rápidamente la mazorca quitándole al perro. Una parte se la comieron, otra parte guardaron para sembrar y solamente la tusa y algunos granos le dejaron al perro. Por eso en la chakra a la mazorca que sólo tiene algunos granos hasta ahora le decimos allku-kiru o diente de perro. Luego de comer los granos de maíz, la pareja quedó dormida y Atsil-Yaya les quitó de la boca los dientes de marfil y en su lugar puso maíz blanco. Desde este momento existen las caries de las muelas y la muerte.
Cuentan que en Urtimal-Pacha, después de que pasó la lluvia de agua y de fuego todo era oscuridad y siempre era de noche y el Inti-Yaya aún no brillaba en el cielo porque aún estaba oscurecido. De repente todo empezó a temblar, las montañas comenzaron a derrumbarse, los animales, los runas, los árboles, el agua y todo lo que había comenzó a desaparecer. La tierra se abría y se tragaba todo lo que estaba sobre ella. Estaba iniciando a amanecer, todo comenzaba a clarear.
En este terremoto un hombre, una mujer y un perro subieron a Baulu-Loma intentando salvarse. Baulo-Loma no se desmoronaba ni se destruía, flotaba como una canoa sobre el agua en medio de todo este cataclismo.Cuando todo terminó, el hombre, la mujer y el perro vieron que todas las montañas de antes habían desaparecido y habían aparecido nuevas montañas, en tanto que Baulu-Loma había permanecido tal como era al inicio, pero al lado del Baulu-Loma había surgido su hermano mayor que siempre había vivido en las entrañas de la tierra. Era Kotama Loma que había nacido con el amanecer del día.
Pasado el terremoto la loma de Kotama seguía en pie, pero el temblor había abierto una tremenda quebrada en sus pies. Así mismo empezaba a amanecer y la Chificha viendo que todo clareaba, asustada, buscó dónde esconderse de Inti-Yaya y al no encontrar nada se metió en la inmensa quebrada de Kotama-Loma para esconderse del día.
Los otros Aya y Duende que andaban libremente en la oscuridad, viendo aparecer a Inti-Yaya trataron de atraparlo y matarlo en el cielo, para ello realizaron una pirámide parándose uno encima de otros, ya estaban a punto de atraparlo cuando uno de los Aya, que estaba en el asiento y que tenía sarna, tuvo ganas de rascarse. Al rascarse la espalda se movió y todos cayeron unos encima de otros sin lograr su propósito. Al ver esto Inti-Yaya se rió de ellos y para demostrar su poder les quemó con sus rayos y quedaron negros y oscuros como el carbón, asustados los Aya se escondieron de sus rayos metiéndose dentro de la tierra y allí vivirán hasta que Inti-Yaya ya no brille en el cielo.
Esta quebrada hasta ahora se llama Chificha-haka o Quebrada de la Chificha y los que viven cerca de este lugar, hasta ahora cuentan que por allí en ciertos momentos del día no se puede atravesar por allí porque produce mal-viento y hasta la muerte, es más, ni siquiera un pájaro puede volar por allí porque en seguida cae muerto. Dicen que en el fin del mundo, cuando todo vuelva a la oscuridad, nuevamente la Chificha a de salir de allí para seguir con sus andanzas hasta que otra vez se haga de día. En nuestros días cuando ocurren los eclipses, pensamos que es el inicio del tiempo de la oscuridad, por eso gritamos y silbamos para que se vaya la oscuridad y venga la claridad del día.
También cuentan que todas las lomas y cerros de la región jugaban chunkana con “tortas” para ganarse algo por algún tiempo, así Carabuela-Loma jugaba con Chimba-Loma, Kotama-Loma jugaba con Kalpaki-Loma y Pukara-Loma jugaba con Azama-Loma. Como premio de sus triunfos ganaban abundancia, plagas de moscas, fertilidad del suelo, lanchas, agua, ratones, venados, lagartos, pájaros, zorros, lobos, conejos, tórtolas, escarabajos, vientos, lluvias, heladas, perdices, granizos y otros que beneficiaban y afectaban las chakras y la vida de los moradores que habitaban en sus cercanías durante dos años. Un día Atsil-Yaya prometió que al triunfador en los juegos le daría un premio especial que duraría por siempre. Todas las lomas de la región participaron en el juego, las reglas eran sencillas, todos jugarían entre todos, solamente un ganador recibiría el premio y las demás seguirían por siempre con los premios acostumbrados. Jugaron lo mejor que pudieron pero al final Kotama-Loma, que era el más hábil, salió triunfante. Dios le entregó un kuri (oro) como premio. Este kuri tenía la bendición divina de hacer llover. Por eso esta loma se llamaba Kuri-Loma. Dicen que hasta ahora las personas de buen corazón todavía pueden encontrar y ver a este kuri en la cima de la loma de Kotama, que según unos tiene forma de pavo y según otros tiene forma de gallina con sus pollitos. Los que lograron mirar y encontrar a este kuri se transformaron en hatun-runa (hombres grandes) y su mensaje fue kuri-shimi (mensaje de oro y palabra de vida). Dicen que en el final del mundo Kuri-Loma (Kotama-Loma) perderá su virtud de hacer llover porque los runas se olvidarán de seguir las costumbres. Será el anuncio de que todo va a terminar hasta que amanezca otra vez.
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