El poltergeist de Rachel Fox
He tardado mucho tiempo en decidirme a testimoniar por escrito esta experiencia que realmente me trastornó y que todavía me sorprende. Lo hago hoy aquí, porque siento que así me quitaré un gran peso de encima y puede que escribiendo lo que sucedió entienda un poco más todos los sucesos que acontecieron.
Los hechos ocurrieron hace casi 10 años. Yo tenía 16 años. En aquella época, estaba muy unida a una amiga con la que me marchaba de vacaciones regularmente a casas rurales que alquilaban sus padres. Recuerdo que ese verano alquilaron una casa en mitad del bosque, aunque no recuerdo en qué región. Estaba aislada y la vivienda más cercana estaba a más de tres kilómetros de distancia. Era una vieja casa de piedra. En la entrada se encontraba una escalera de madera que llevaba a un entresuelo y a otras habitaciones. Desde mi llegada (que fue unos días después de la de mi amiga) no me sentía a gusto en aquella casa. Me sentía oprimida. En el salón, situado bajo el entresuelo, tenía constantemente la impresión de estar observada. Era joven... no sabía analizar ese sentimiento.
La primera noche de mi llegada, todo el mundo fue a acostarse hacia las 11 de la noche. Mi amiga y yo dormíamos en una vieja cama con barrotes situada al nivel del entresuelo. Estuvimos acostadas pero bromeábamos y nos reíamos mucho. Estábamos muy relajadas pasándolo bien con nuestras conversaciones. La casa estaba en calma. Al cabo de un momento, el cansancio nos ganó y decidimos apagar la luz. Mi amiga comenzó a dormirse.
En cuanto a mí, yo iba poco a poco quedándome dormida hasta que "algo" me incitó a abrir los ojos y a mirar por encima de mí. Era una fuerza extraña la que me hizo abrir los ojos.
Vi una especie de vapor blanco que "salía" del techo formando una especia de hilo. Me asusté porque no entendía qué era eso, así que desperté a mi amiga y le pedí que mirara al techo. Ella veía lo mismo que yo. Esa forma blanca se intensificaba y se iba pegando al techo. La forma se movía. De vez en cuando, se acercaba a nosotros y luego subía al techo. Pero no era ese humo blanco lo que más me asustó. Lo peor fue que comenzaron a oírse pasos. Se oían de abajo, subían las escaleras y se acercaban a nuestra cama. Los pasos se pararon al pie de la cama... ¡¡¡y ésta empezó a temblar!!! Esto se repetía una y otra vez. Los pasos se iban, volvían y la cama se movía. Se oían como arañazos detrás de mi almohada...ruidos de canicas golpeando una con otra... ruidos de tijeras que cortando un tejido...
Ninguna de las dos conseguía moverse. Estábamos paralizadas por el miedo. Por fin, conseguí mover una mano y encender la luz. Todo se paró... Mi amiga gritó el nombre de su padre. Tiritábamos de miedo. Le explicamos lo que había pasado. Murmuró unas palabras, nos dijo de volver a dormir y volvió a acostarse. Apagué de nuevo la luz y todo empezó de nuevo.
Tenía miedo pero trataba de controlarme. Trataba de comprender lo que sucedía. Entonces empecé a hablar en voz alta: "¿Qué pasa? ¿Por qué pasa esto?". En ese momento, miré la forma blanca y tuve la impresión que comenzaba a materializarse. Incluso tengo la impresión de haber visto a un bello ganso blanco con las alas desplegadas.
A pesar del miedo y la angustia de los pasos que se movían y se acercaban a nuestra cama, nosotras nos dormimos apretadas una junto a la otra, agotadas y temblando de miedo. No sé a qué hora cerramos los ojos. No sé cuánto tiempo dormimos.
A la mañana siguiente contamos nuestra noche. Los padres de mi amiga no nos creían. Pero el hermano pequeño de ella (que debía tener diez años) nos miraba estupefacto y nos dijo que unas noches antes, mientras yo todavía no había llegado, se había bajado a beber agua y había oído a alguien bajar las escaleras hasta la cocina y luego toser. Pero allí no había nadie. Sus padres y su hermana estaban acostados.
Días después, la propietaria de la casa vino a hacernos una visita para ver qué tal iba todo. Me acuerdo que nos habló y nos contó que anteriormente en la casa vivía una mujer. vivió allí hasta su muerte. Murió en la casa. Supe luego que la cama en la que dormíamos era aquella en la que había pasado todas sus noches. Y que quedé totalmente trastornada cuando escuché la frase: "Ha esa mujer le encantaban los gansos. Tenía muchos...."
No tengo muchos comentarios que hacer sobre esta experiencia. Con el tiempo, llego a dudar sobre la realidad de lo que percibimos mi amiga y yo esa noche. Sin embargo, en ningún momento volvería a ponerme en esa situación como aquella noche. Desde esa noche, me cuesta dormir con total oscuridad. Vuelvo a pensar a veces en aquello por las noches, pero poco a poco empiezo a relajarme y a apaciguar el miedo que me invadió de adolescente. Trazar teorías a posteriori no me parece deseable actualmente porque cualquier interpretación es posible sobre la base, repito, de estos hechos que, para mí, viví realmente en el pasado.
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