Por las serranías de Piura (al norte del Perú) en alguna fecha del año hay una
ciudad que súbitamente aparece, y de pronto por motivos que se desconoce, se
oculta ante los asustados ojos de los viajeros que pasan por la zona, quienes la
conocen con el nombre de "La ciudad encantada de Huancabamba"
Sabido es
que el Inca mandó construir en esa región una fortaleza y un templo de las
vírgenes escogidas. El nuevo culto que impuso prohibía los sacrificios humanos
(Capacocha).
Hasta hoy día se puede ver los restos
de la ciudad incaica. Las ruinas muestran lo que allí existió: el esplendor
olvidado.
Vetustos templos cubiertos de maleza, una pucará o fortaleza que se
extiende por la lluviosa selva con grandes muros de más de tres metros de
altura, además de plazas, palacios...
Nada de eso se compara, sin
embargo, con lo que, temblando de susto, refieren los que pasan por allí y
cuentan los relatos del Negro. (El Negro es el diablo, el andarín, explican las
gentes del lugar).
Cuando este brujo aparece en Huancabamba causa la
intranquilidad entre los indios, quienes siguen sus pasos en pos de algún
extraño acontecimiento. La ciudad mágica surge en la imaginación de los
pobladores como una fuente, como un torbellino, como el arco iris... y el miedo
se convierte en alegría.
Un día el negro desaparece por las cuevas en el
cerro Pariaqaqa para reaparecer un año después al lado del cerro
Chite.
-"Hay pocos lugares como éste", dijo, cuando, acosado de preguntas
el Negro relata su hallazgo: ¡Mírenla! Estaba paseando en la ciudad incaica de
Huancabamba, encantada en el cerro Pariaqaqa. Había recorrido imponentes
edificios de piedra, templos de Sol, palacio del Inca, todo reluciente de oro;
una bella laguna con balsas y canoas y la ciudad rodeada de hermosa campiña y
tierras fértiles...
El negro contó que el encantamiento de la ciudad se
efectuó cuando llegó el Rey Blanco que se posesionó de la cima de Guitiligún.
Cayó una flecha en el corazón del Inca y al clamar éste venganza al Sol, arrancó
de su cuerpo la flecha y la tiró sobre su pueblo, quedando así cautiva
Huancabamba en el cerro Pariaqaqa...
-... El Rey Blanco quedó convertido
en la laguna invisible del cerro Guitiligún y sus soldados se transformaron en
peces (terminó de contar el Negro, enseguida hizo el siguiente
comentario):
-Quizá esta ciudad se hace invisible debido a la codicia de
ciertos hombres que causaron mucho daño a los indios del lugar...
Al
escuchar los relatos del Negro las gentes creen oír el canto de las sirenas de
la laguna encantada. Algunos curiosos comentan: - ¡Me gustaría ver las
sirenas!
-No quisieras verlas amigo -replica el Negro con malicia en la
mirada-, sus voces nos llaman con palabras tan dulces y no tienes fuerza para
dejar de oírlas...¡Podrían encantarte! y si eso sucediera te llevarían a vivir
en sus pukarás y templos de oro y nunca más volverían a verte...
Diciendo
esto el Negro echó a andar y desapareció. ¿Hasta cuando será? Nadie lo sabe.
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