Mito Inca de la Creación
Cuenta la leyenda, que el dios Viracocha, creó un mundo sin luz y dio vida a unos gigantes que no lo respetaron ni lo obedecieron.
Disconforme con el resultado de su creación, Viracocha envió un diluvio que sumergió a la tierra transformándola completamente.
Una vez que los gigantes desaparecieron, Viracocha decidió crear hombres pero de un tamaño semejante al suyo.
Para que los hombres pudieran apreciar su obra resolvió iluminar la tierra por medio del sol, la luna y las estrellas. Creo también plantas árboles y animales.
Viracocha hizo aparecer a un enviado suyo, Viracochan, un hombre que imponía respeto, para que instruyera a los hombres sobre la manera de conducirse para vivir en paz y armonía. El les enseñaba como cultivar y cuando cosechar. Las hierbas que podían utilizar como medicina, y los vestidos que debían usar. Les enseñaba con bondad y mucha paciencia.
A pesar de todos los beneficios que las enseñanzas de Virocochan les producía, muchos hombres lo injuriaron y se reían de él porque vestía una túnica andrajosa. Ellos fueron convertidos en piedras. Hubo quienes trataron de escapar de su furia, pero fueron alcanzados por fuego volcánico. Solo allí se dieron cuenta que estaban ante un ser poderoso al que le debían obediencia y respeto.
Viracochan hizo un largo recorrido. Al llegar a un hermoso valle creó a una persona a la que llamó Alcaviza y a ese lugar le dio por nombre Cuzco. Luego exclamó: Después de Alcaviza, llegarán los incas orejones. Mi deseo es que sean respetados.
Este era un anticipo de la llegada a Cuzco de Ayar Manco y Mama Ocllo, fundadores del Imperio Inca
Viracochan tenía muchos nombres: Tumupa, Tarapacá, Viracochan, Pachayachicachan, Bichaycamayoc, Cunacuycamayoc, Pachacan. Todos esos nombres significan: El enviado de Viracocha, su fuente, el predicador, el encargado del presente o el conocedor del tiempo.
Cuando Viracochan llegó cerca del Ecuador, les anticipó a los hombres muchas cosas que habrían de suceder y luego se introdujo en el mar caminando sobre el agua.
El Lago Titicaca
Había una vez un valle muy fértil rodeado de montañas altísimas. Ese valle estaba ubicado en el territorio que hoy ocupa el norte de Bolivia y el sur de Perú.
Los hombres que allí habitaban vivían felices sin preocupaciones.
Los Apus, dioses de las montañas, les procuraban todo lo que necesitaban, desde alimento hasta abrigo. Además los protegían de todos los peligros y angustias.
Los Apus habían puesto todos estos bienes a disposición de los hombres con una sola condición: Que ningún hombre debía escalar jamás la montaña donde ardía el fuego sagrado.
Los hombres siempre habían obedecido el mandato de sus dioses protectores, pero un día, el diablo, molesto de ver tanta paz y tranquilidad, comenzó a instigar a los hombres para que compitieran entre ellos para averiguar quién de ellos era el más valiente. La muestra de coraje consistía en desafiar a los dioses.
Un día, los hombres decidieron escalar la montaña donde ardía el fuego sagrado, pero los Apus los sorprendieron a mitad de camino. Al ver que los hombres habían desobedecido su mandato decidieron exterminarlos. Bajo la orden de los dioses, cientos de pumas que poblaban la montaña del fuego sagrado salieron de sus cuevas y comenzaron a devorarlos.
Los hombres pidieron ayuda al diablo, pero este los ignoró porque ya había logrado lo que pretendía.
Desde lo alto del cielo, Inti, el dios del Sol contemplaba la masacre con tristeza. Tanto era su dolor que lloró amargamente durante cuarenta días. Tan profuso fue su llanto que sus lágrimas inundaron el valle por completo.
Todos los hombres murieron salvo un hombre y una mujer que estaban en una barca de juncos.
Cuando el sol volvió a brillar vieron que se encontraban navegando sobre un lago enorme. Y sobre las aguas del lago podían verse los pumas ahogados transformados en estatuas de piedra.
Esta pareja llamó al lago Titicaca que significa el lago de los Pumas de Piedra.
Manco Capac
Hacia el norte del lago Titicaca había una región donde los hombres vivían como animales salvajes. Sus casas eran cuevas en la montaña. Se alimentaan matando animales y arrancando frutos de los árboles. Para ellos no existían las leyes ni la justicia ni los dioses.
Un día, el dios del sol, Inti, decidió que había que ocuparse de instruir y civilizar a estos hombres.
Inti convocó a su hijo Ayar Manco y a su hija Mama Ocllo y les pidió que descendieran a la tierra y crearan un imperio.
Entre sus deberes, debían instruir a sus habitantes en las artes de cultivar y cosechar. Debían también enseñarles a respetarse entre ellos y a venerar a su dios creador, el sol. También les ordenó fundar la capital del nuevo imperio. Para ello les confió un bastón de oro y les dijo: Al llegar al lago Titicaca deberán caminar hacia el norte cada vez que se detengan deberán apoyar el bastón en la tierra. Cuando el bastón se hunda sin dificultad, es porque han llegado al lugar indicado para fundar la gran ciudad que será la capital del imperio. Esa ciudad se llamará Cuzco y desde ese lugar gobernarán el imperio del sol.
Al día siguiente, los hermanos, ricamente vestidos , descendieron sobre el lago. Los hombres y las mujeres que los vieron quedaron deslumbrados y convencidos de que se trataba de seres sobrenaturales y los siguieron a la distancia.
Los hermanos comenzaron su larga caminata hacia el norte apoyando en la tierra el bastón cada vez que se detenían.
Los días pasaron, pero como el bastón no se hundía, seguían caminando.
Un día llegaron a un hermoso y fértil valle. Cuando se sentaron a contemplarlo apoyaron el bastón de oro y este se hundió sin oponer resistencia. Esa era la señal que estaban esperando. Allí construirían la capital del imperio, el Cuzco que significa el ombligo del mundo.
Ayar Manco se ocupó de instruir a los varones a cultivar y cosechar. A construir sus viviendas y a cazar.
Mama Ocllo se ocupó de las mujeres. Les enseño a hilar y a tejer con la lana de las llamas. A cocinar y a mantener el orden en sus casas.
Ayar Manco pasó a llamarse Manco Capac. Junto a su hermana Mama Ocllo, que se convirtió en su esposa, gobernó el imperio del sol.
A partir de ese momento todos los sucesivos emperadores fueron descendientes de Manco Capac y gobernaron el imperio con sus hermanas devenidas en esposas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario