Arquitectura insólita. Desamores y enigmas del Castillo de Coral de Homestead.
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El castillo sin princesa
El Castillo de Coral de Edward Leedskalnin está considerado por muchos como la octava maravilla del mundo. Desde su construcción, en la década del los 30 del siglo pasado, técnicos y científicos han intentado dar una explicación, sin éxito, de cómo un solo hombre fue capaz de cortar y mover más de 1000 toneladas de roca caliza sin ayuda alguna. El secreto se fue con él a la tumba, pero no son pocos los que aseguran que Leedskalnin usó las mismas técnicas que los antiguos egipcios usaron para levantar las pirámides. Conozcamos un poco su historia.
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Fotografía de Edward Leedskalnin
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Edward Leedskalnin nació en Riga, Latvia, en 1887. Fue un niño bastante enfermizo que no se relacionaba mucho con el resto de niños. Su abuelo le enseño el oficio de Mason (Picapedrero), quizás acompañando esos conocimientos de algún pequeño secreto. Pasaron los años, Edward tenía 26 cuando conoció al único y gran amor de su vida, la joven Agnes Scuffs, que tenía diez años menos que él. Se enamoraron y dispusieron la boda, pero justo el día antes de la boda, Agnes cambió de opinión y abandonó a Edward, que quedó tremendamente desolado.
El joven Edward, quizás pensando que la lejanía mitigaría su dolor emigró a Estados Unidos y tras rondar por algunos lugares durante una temporada acabó por asentarse en Miami. Lejos de olvidar a su “dulce dieciséis”, como él solía llamar a Agnes, dedicó el resto de su vida a construir un castillo en su honor y en su recuerdo, con la esperanza de que su joven amor volviese algún día junto a él.
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Agnes, la “dulce dieciséis” de Edward
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Su primer castillo lo construyó en Florida city en 1920, utilizando herramientas rudimentarias sacadas de desguaces y vertederos. La piedra coralina o calcárea la sacaba de la misma propiedad. En 1936 compró un terreno de unas 4 hectáreas cerca de Homestead, a unos 15 kilómetros del emplazamiento original.
Leedskalnin era un hombre menudo, de apenas 45 kilos de peso. Y él solo se dispuso a trasladar, piedra a piedra, todo el castillo para volver a construirlo y seguir ampliándolo en su nuevo terreno. Como movió las aproximadamente 1100 toneladas de rocas que en algunos casos llegaban a pesar 30 toneladas, es todo un misterio. Edward siempre trabajaba por la noche y guardaba un celoso secreto en todas sus actividades. Se dice que para cargar y descargar las piedras utilizó un rudimentario sistema de poleas y trípodes y que usó un viejo camión para el transporte, aunque en realidad nadie vio como lo hizo.
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La configuración de las piedras del fondo es exacta a la utilizada en la cámara real de la gran pirámide.
En el nuevo terreno, lo primero que hizo para guardar su intimidad, fue construir una muralla que rodeaba todo el recinto. Cada sección de la muralla, formada por bloques de 2,5 metros de altura por 3 de ancho y de lado, pesa unas 60 toneladas. La técnica que uso es una cuestión que todavía fascina a técnicos y científicos. Algunos han bautizado a la construcción con el nombre de “el moderno Stonehenge” por las proporciones megalíticas que alberga. Unos niños dijeron una vez que vieron como Edward transportaba unos enormes bloques de piedra que levitaban literalmente en el aire, como globos de helio. Este dato, junto al generador magnético que inventó, han originado a un grupo de personas que opinan que Edward conocía el secreto de las pirámides y que se valió de la manipulación de los campos magnéticos terrestres para magnetizar las piedras y atraerlas sin esfuerzo hasta su ubicación.
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Edward, junto al generador magnético de su invención.
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Entre relojes de sol perfectos y representaciones del sistema solar, Edward levantó piedras emulando el sistema de construcción de las pirámides o el de Stonehenge. Nunca dio más información al respecto sobre ellas haciendo gala del secretismos con lo que lo realizó todo en su vida.
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Al fondo, la piedra en forma de T, es la que Edward llamaba “su piedra de Stonehenge”, quizás para
demostrar que conocía el secreto de este mítico lugar.
Representación planetaria. Fotografías de Ozone 567
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Otro interrogante es como pudo construir y montar la enorme puerta giratoria de la entrada. La puerta consta de un gran bloque de piedra de unas 9 toneladas de peso que descansa sobre otra pequeña piedra cilíndrica que a su vez está engastada en los rodamientos de una vieja rueda de camión. El equilibrio es tan perfecto que la puerta se puede mover sin esfuerzo con un solo dedo. Hace unos años, los rodamientos de la rueda se atascaron por el propio peso y el tiempo. Se necesitó una gigantesca grúa hidráulica para alzar la puerta y poder cambiar los rodamientos. Fue entonces cuando se descubrió la segunda piedra en forma de tarta sobre la que descansaba el bloque principal. Los expertos, un tanto sorprendidos por el hallazgo, hicieron analizar la piedra para ver su composición llegando a la intrigante conclusión de que los componentes de la piedra eran totalmente desconocidos y que no procedía de la tierra. ¿Quizás utilizó Edward una roca de origen meteórico? Y de ser así, ¿Dónde y cuándo la consiguió? Un nuevo misterio para sumar al conjunto.
El generador magnético que inventó Ed y sobre el que nunca le dieron la patente todavía sigue en el lugar. Según él, dicho generador creado a mayor escala podría solucionar todos los problemas energéticos del planeta, pero nadie le hizo demasiado caso pese a que más tarde se ha demostrado que el ingenio funciona realmente. Edward opinaba que absolutamente todo tiene sus polos magnéticos y es susceptible de ser atraído o repelido por otros cuerpos y que generando la corriente o energía necesaria para cada caso todo se podía mover o poner en movimiento. En 1918, cuando Edward inventó este generador, sus ideas podrían parecer un poco disparatadas, pero no olvidemos que hoy en día circulan trenes que “levitan” sobre sus raíles por las fuerzas magnéticas controladas. ¿En realidad habría aplicado Leedskalnin estos conocimientos para mover todas las rocas de su castillo?
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Pequeño vídeo demostrativo del generador Leedskalnin
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Pero no todo en el Coral Castle son misterios y enigmas. El amor que este hombre tenía hacia su “dulce dieciséis” está presente en todos sus rincones. Fuentes y jardines adornan todos los recovecos de su peculiar Castillo de Agnes. En el centro se puede encontrar su “Mesa de San Valentín”, una peculiar piedra tallada en forma de corazón donde Edward cenaba todas las noches y en la que anotaba cada 14 de febrero que pasaba sin Agnes, observando las flores que crecían en su centro, esas flores que tanto le gustaban a su amada y que desde que fueron plantadas, hace más de 60 años, todavía crecen fuertes y vigorosas.
A finales de 1951, Edward colgó un cartel en la puerta que decía “He ido al hospital”, no se encontraba bien y fue con su bicicleta hasta el centro médico para hacerse unas pruebas. Allí entró en coma y falleció a los pocos días.
Hoy en día el Castillo está en manos privadas y se puede visitar. El castillo está incluido en el Registro Nacional de Lugares Históricos y recibe más de 50000 visitas cada años.
Billy Idol dedicó una canción al desamor de Leedskalnin titulada precisamente “Sweet Sexteen”. En Pascua se realiza una peculiar gincana escolar donde se esconden más de 3000 huevos en el jardín.
Leedskalnin, que no llegó nunca a completar sus estudios primarios, construyó un generador de corriente alterna, su propia radio y un buen número de relojes de maquinaria perfecta. Levantó un insólito castillo de forma tan insólita que sigue siendo motivo de debate en nuestros días y dejó escritos unos cuantos tratados con sus teorías sobre magnetismo y fuerza que nunca han sido tomados en consideración por la comunidad científica. Un genio incomprendido que se llevó con él ese gran secreto que quizás heredara de su abuelo.
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