El origen de Tarma según leyenda |
Cuentan que allá en los lejanos tiempos del incario cuando el valle que ocupa la actual ciudad de Tarma, era una laguna de aguas azuladas y en cuyas alturas existían las populosas comarcas de "Tarmatambo" y "Punchaumarca", haber ocurrido este prodigioso acontecimiento.
Cuando el gran Inca Huayna Cápac llegó a Tarmatambo, que por entonces era metrópolis de la tribu los Tarumas, al frente de un poderoso ejercito para la conquista del maravilloso reino de los Shiris de Quito, hubo que dejar muy a pesar en dicha localidad, al príncipe Yupanqui afectado de una extraña enfermedad, al cuidado de un hábil y experto curandero.
Cuentan que allá en los lejanos tiempos del incario cuando el valle que ocupa la actual ciudad de Tarma, era una laguna de aguas azuladas y en cuyas alturas existían las populosas comarcas de "Tarmatambo" y "Punchaumarca", haber ocurrido este prodigioso acontecimiento.
Cuando el gran Inca Huayna Cápac llegó a Tarmatambo, que por entonces era metrópolis de la tribu los Tarumas, al frente de un poderoso ejercito para la conquista del maravilloso reino de los Shiris de Quito, hubo que dejar muy a pesar en dicha localidad, al príncipe Yupanqui afectado de una extraña enfermedad, al cuidado de un hábil y experto curandero.
Yupanqui que era uno de sus favoritos capitanes, porque además también le unían vínculos de sangre con el monarca; apenas pudo restablecerse de sus dolencias, decidió marchar prestamente tras el ejercito imperial y cuando con su séquito ascendía por las alturas de "Carhuacatac" fue sorprendido por una violenta tempestad que obligo a refugiarse en una humilde choza de unos pastores, la mojada motivo la recaída del mal que lo afectara y hubo de guardar obligado reposo para su mejoría.
Cushi Urpi, una bella pastorcilla, se esmeraba en prodigar atenciones al príncipe con marcada humildad. en efecto largas noches había permanecido en su cabeza poniéndole en su frente y sus sienes caldeadas por una persistente fiebre, extrañas hojas frescas de yerbas medicinales. y con que alegría y admiración contemplaba la arrogante y hermosa faz del guerrero. y el también contemplaba extasiado sus cuidados con cariño maternal y todas las mañanas cuando asomaba la aurora solían despertarla y se sentía atraído en forma irresistible por una singular expresión de aquel rostro agraciado y por el dulce acento de su voz, cuando le ofrecía humildemente sus alimentos.
Y así en silencio fue naciendo en aquellas almas jóvenes un tierno amor, el príncipe ya no tuvo prisa en viajar y más bien trato de prolongar su estadía, por una extraña felicidad inundaba todo su ser, al sentirse al lado de la bella pastorcilla.
Pero un día llegaron unos chasquis con la orden del Inca, para ponerse inmediatamente en marcha. Yupanqui notó que una inmensa tristeza se apoderaba de su ser, su espíritu fuerte y altivo, se diluyo como la sal en el agua. por primera vez en su existencia una honda amargura, al pensar que tenia que perder para siempre al ser amado.
Después de varios días de meditación, decidió tomar a Cushi Urpi por esposa y esta resolución comunico prestamente a los hombres de su séquito y los padres de la Pastorcilla, y estos le mostraron su negativa y al mismo tiempo su asombro, porque, ¿Como era posible que un príncipe, de sangre Real fuera a unirse en matrimonio con una humilde sierva?
Yupanqui comprendió lo difícil de su situación y decidió a no perder a su amada, fue en busca y la hallo pastando una manada de hermosos "pacos" por la ladera.
Cushi Urpi requerida por el príncipe, le respondió que debía obedecer a sus padres.
En este tremendo trance noto el guerrero que le nublaba los ojos y al disiparse vio extasiado en el fondo del valle, una laguna azulada y en cuyas aguas se dibujaba un paisaje magnifico. Cushi Urpi que también contemplaba aquel bello espectáculo medito un instante y pronto acudió a su mente una feliz inspiración y sumisamente se acerco ante el atribulado guerrero y le interrogo de esta manera: Tu que eres príncipe y gran señor, tu que eres hijo del Sol ¿serias capaz de convertir en fértil valle las aguas de aquellas extensa laguna?
Yupanqui cavilo breves momentos y prestamente blandiendo en sus manos una honda de finos colores, le repuso: Y si tu deseo fuera cumplido, ¿consentirías ser mi esposa?.
La pastorcilla completamente turbada, le contesto afirmativamente entonces el guerrero impulsado, por un misterioso designio postro sus rodillas en tierra y oró a su padre El Sol, con marcada devoción y enceguecido por los intensos rayos de su luz, inclino su frente hasta rozar con la tierra.
En aquel instante se escucho un agudo silbido en el espacio y a corta distancia rodó por el suelo un trocito de oro, levantando en su caída una nubecilla de polvo.
El joven guerrero prestamente se apodero del áureo metal colocándolo; luego en su honda, la distancia con la aguda mirada, de hábil guerrero y moviendo rápidamente a círculos el arma, lo lanzó con suma destreza al fondo del lago.
A poco, apercibiéndose el estrépito de su caída, crujió la montaña, tembló la tierra, las aguas del lago se agitaron y aquellos felices amantes pudieron contemplar con asombro, que el elevado cerro que aprisionaba las aguas, se partió en dos para dar paso al liquido elemento.
La noticia de aquel prodigio cundió en la comarca de los Tarumas como el fulgor del relámpago.
La unión de la joven pareja cumpliendo el pacto acordado se realizo con gran contento y algarabías de los fieles súbditos, las fiestas se prolongaron por muchos días, con diversas manifestaciones traducidas en cantos, danzas guerreras y bailes con vistosos atavíos, al termino de los cuales, la feliz pareja hubo al fin de emprender viaje al nuevo reino conquistado, cumpliendo órdenes del Augusto monarca.
Desde aquel entonces, los felices Tarumas, convirtieron los terrenos que ocupaban las aguas de las extensas lagunas en un inmenso campo de cultivo, especialmente de maíz, traídos por los guerreros del glorioso ejercito Imperial ("cuentos y Leyendas Tarmeños") Adolfo Macassi.
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